En blog anterior criticamos el protagonismo del presidente Piñera con ocasión del mundial de fútbol Sudáfrica 2010, Dijimos que le sentaba muy bien el levantar banderas donde no corresponde y con afán publicitario.
En los setenta y tantos días que duró el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José el presidente volvió a mostrar lo que al final llamó su liderazgo, y ahora sí que tenía los méritos para hacerlo. Al cabo una decisión de gobierno posibilitó encontrarlos con vida y rescatarlos. Tampoco se fijaron en gastos y el resultado ha sido maravilloso. 33 vidas rescatadas de las entrañas de la tierra, y lo que es más importante, un ejemplo de humanidad para todo el mundo. Para los más de mil millones de personas que se asombraron por televisión al ver a todo un pequeño país luchar por la vida. Al ver como un grupo de profesionales de Chile eran capaces de disputarle a la roca y a la tierra esas vidas que parecían quedarse para siempre en el infierno a más 700 metros de profundidad.
Piñera lideró el rescate a través del ministro de Minería Laurence Golborn y el grupo de funcionarios que durante más de 70 días estuvieron en el desierto, primero sólo con la fe a cuestas y después con ella y la de todo Chile y la tecnología bien manejada.
El feliz resultado transmitido a todo el mundo era ni más ni menos que la síntesis de la convicción y la entereza, al margen de algunos que dudaban y estimaban que no era conveniente involucrarse tan a fondo en esta aventura. No dudó y eso es muy importante para un gobierno que aún balbucea. Si esta experiencia ha de servir para forjar un mejor Chile el tiempo lo dirá.
Por ahora "chapeau" a Sebastián Piñera y a todo su equipo de gobierno. Al cabo en esta pasada sí el presidente demostró que podía levantar las banderas del modo que lo hizo.